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Guías de Viajes de Río de Janeiro

Río de Janeiro
Río de Janeiro

Puro Caribe y Carnaval en la ciudad de los contrastes

A ritmo de samba

A ritmo de samba

Es posible que Río de Janeiro sea una de las ciudades más famosas del mundo. Un auténtico icono en lo que respecta a viajes exóticos, pero al mismo tiempo cosmopolitas: suele estar en la misma lista "viajera" que Nueva York, París, Tokio, Sydney... En resumen, Río de Janeiro es una de esas ciudades míticas que todo el mundo quiere visitar por lo menos una vez en la vida. Y no es para menos: Río, la segunda ciudad más grande y poblada de Brasil, es un compendio de todo lo que podamos desear para unas buenas vacaciones. Los contrastes son los protagonistas de esta ciudad: la montaña y el mar, la roca y la selva, los rascacielos y las favelas... Y esto, además, forma parte del indiscutible encanto de Río de Janeiro. Esta icónica ciudad se encuentra situada en la bahía de Guanabara; aunque el lugar donde se asienta la urbe es un llano, está rodeada de montañas y cerros (allí llamados "morros"), y muy cerca se encuentra la Sierra del Mar. Con un clima excepcional que ha contribuido a convertir a Río de Janeiro en un destino turístico preferente (de hecho, es la segunda ciudad con más turismo de toda América y la primera del Cono Sur), Río se ha ganado a pulso el apodo de cidade maravilhosa que le impusieron sus habitantes.

Para disfrutar a tope de la ciudad de Río lo mejor es visitarla durante el mes de febrero. Por dos motivos: en primer lugar, estamos en pleno verano brasileño y las temperaturas son muy agradables. El intenso calor caribeño se ve mitigado por una fresca brisa que llega del mar. Y en segundo lugar (pero quizás primero en importancia), porque es el mes en el que se celebran las que probablemente sean las fiestas más célebres y vertiginosas del planeta: los Carnavales de Río de Janeiro. Si bien es complicado poder participar a fondo en los desfiles siendo sólo un viajero (hay que pertenecer a una escuela de samba y ensayar durante todo el año, para poder desfilar), aún así cualquiera que visite la ciudad durante esos días se verá totalmente arrastrado por la alegría, la música y el baile. Sin duda, se trata de un acontecimiento inolvidable. Pero el Carnaval es sólo otro motivo más para visitar Río de Janeiro; tampoco hay que olvidar sus magníficas playas (Las más famosas son Copacabana e Ipanema; ambos nombres se han ganado un puesto de honor en el imaginario popular), el Cristo Redentor que constituye una de las siete maravillas del mundo moderno, el Parque Nacional de la Tijuca, el magnífico patrimonio histórico de la ciudad, una gastronomía llena de exquisitos sabores diferentes y la animación y hospitalidad de sus habitantes. Todos estos ingredientes dan lugar a un combinado de excepción, que bajo el nombre de Río de Janeiro constituye uno de los lugares más increíbles para pasar las mejores vacaciones.

Mar y montaña, patrimonio e historia

Mar y montaña, patrimonio e historia

Si algo tiene Río, es la gran cantidad de lugares interesantes que tiene para ver y conocer. Es una ciudad que satisface todos los gustos: los de los amantes de la naturaleza, los de los que adoran la playa y el mar, los de los que buscan lo más auténtico del Caribe, los de los amantes de la diversión y la noche, los de los que aprecian la historia escrita en la piedra y la arquitectura... Por esta razón, es complicado decidir por dónde podemos comenzar una visita a Río de Janeiro. Una buena idea es empezar por las playas, como por ejemplo la más famosa: Copacabana. El tamaño, la calidad de la arena y la gran cantidad de recursos turísticos y hoteleros que ostenta han dado fama mundial a esta playa de hermoso nombre; aún así, muchos opinan que no es la mejor playa de Río. Con un paseo marítimo empedrado y gran cantidad de chiringuitos en los que refrescarse del calor brasileño, es una playa muy popular.

Otra playa que ostenta una gran fama, sobre todo por la canción "Garota de Ipanhema" ("Chica de Ipanema", de Antonio Carlos Jobim), es, por supuesto, Ipanema. Menos masificada que Copacabana, los brasileños la prefieren, y es cierto que tiene mucho encanto. En sus dos kilómetros de extensión podemos encontrar a los bañistas divididos por zonas: la zona familiar, la zona gay, la deportiva... Hacia el sur de la ciudad encontramos otra playa más: la playa de Leblon. Es la continuación de la de Ipanema y es la más tranquila, la preferida por las familias de Río de Janeiro. Al final de la playa encontramos el Morro dos Irmaos (Morro de los Hermanos, uno de los montículos característicos de Río, así llamado por los dos picos que lo forman). Se puede subir a su cima caminando. para llegar a un parque que ofrece magníficas vistas de la playa, la ciudad y la bahía.

Los mencionados morros son una de las características más curiosas de la orografía de Río de Janeiro. Por supuesto, los más famosos y altos son Pan de Azúcar y el Corcovado, y ningún viajero que se precie puede abandonar la ciudad sin subir a sus cumbres. A Pan de Azúcar se asciende primero en un teleférico que conduce al Morro de Urca, donde se coge otro similar que nos llevará hasta su cumbre. Las vistas desde este punto son insuperables; en pleno centro de la bahía de Guanabara, dominando el océano Atlántico, el panorama quita la respiración. Y para obtener las mejores vistas de la ciudad tendremos que ascender al Corcovado, en cuya cumbre se encuentra el célebre Cristo Redentor, de treinta metros de altura. Aunque es posible subir en coche, la excursión más atractiva lleva al viajero hasta la cumbre a bordo de un tren cremallera; después hay escaleras mecánicas para subir hasta el último punto accesible. Para ambas excursiones es recomendable escoger días soleados y sin nubes, ya que éstas pueden entorpecer las vistas.

El Parque Nacional de la Tijuca es otra de las bellezas naturales de Río de Janeiro. Se trata de la mayor selva urbana del mundo, y su mezcla de floresta, montaña y playas es realmente única. Calificada como Reserva de la Biosfera por la UNESCO, la Tijuca ofrece mil y una posibilidades para practicar actividades como el senderismo o la espeleología. Desde luego, Río de Janeiro es todo un paraíso natural... Pero eso no es todo. La ciudad también presume de tener un importante patrimonio histórico, arquitectónico y cultural. Edificios como la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria (de época colonial), el Monasterio de Sao Bento (siglo XVI), el elegante Palacio Imperial, los Arcos de Lapa (un antiguo acueducto del s. XVIII, que hoy es la base del recorrido de un tranvía) y el Palacio de Itamaraty coexisten con auténticos iconos del siglo XX y el XXI, como el Sambódromo o el estadio de fútbol de Maracaná. Además, la cultura está muy presente en la vida de Río de Janeiro gracias a instituciones como el Museo de Bellas Artes, el de Arte Moderno, el Museo Nacional o el Jardín Botánico, un lugar perfecto para el relax y la contemplación de especies únicas de flora tropical.

Una cocina autóctona con influencias portuguesas y africanas

Una cocina autóctona con influencias portuguesas y africanas

Como ocurre en muchos países de la zona del Caribe, tanto la cultura como la gastronomía de Brasil están basadas en orígenes indígenas que se mezclan de forma indisoluble con aportaciones coloniales (en este caso, portuguesas), y con lo que los esclavos africanos trajeron siglos atrás. El resultado es una cocina llena de intensos sabores, especias y variedad, que se beneficia de los estupendos productos que tanto el mar, como la montaña y la selva, aportan a las mesas de Río de Janeiro. Una de las curiosidades que adornan las costumbres de los habitantes de Río a la hora de comer es que, a diferencia de lo que ocurre en Europa y Occidente en general, allí no se suelen preparar los tres platos habituales de las comidas (primero, segundo y postre). En su lugar, el comensal recibe un único plato con todo lo que va a consumir, seguido, eso sí, por el postre. El nombre de esta peculiar presentación es prato feito (plato combinado), y lo habitual es que lleve los sempiternos arroz y frijoles (pequeñas judías negras),además de carnes y embutidos. La feijoada es el ejemplo más típico de Río y del resto del país, y entre sus ingredientes se encuentran la carne (seca) de cerdo, frutas como la naranja y la farofa (harina de mandioca tostada y convenientemente aliñada).

Probablemente quien acuda a Río de Janeiro con la esperanza de probar la gastronomía brasileña esté deseando degustar un buen churrasco, una especialidad de carne a la brasa (similar a la de nuestras barbacoas) que Brasil ha exportado a todo el mundo. Lo que distingue a las carnes brasileñas de las del resto de los países son sus particulares cortes, que las hacen especialmente sabrosas. Para degustar el mejor churrasco conviene acudir a establecimientos tipo rodizio, una especie de buffets libres donde se paga una cantidad por acceder al local y es posible comer hasta hartarse. Otra particular forma de comer en los restaurantes brasileños es acudir a los locales de "comida a kilo", donde tras servirnos lo que más nos apetezca, lo pagaremos al peso. El pescado no es tan habitual en las mesas brasileñas, ya que se trata de un pueblo amante de la carne. Pero aún así, en muchos restaurantes es posible degustar magníficos pescados procedentes del océano Atlántico, como el dorado o pargo (preparado con limón y patatas), o mariscos como los camarones.

Las frutas tropicales, y muy especialmente los zumos (jugos en Brasil) que con ellas se elaboran, son un punto y aparte en el apartado gastronómico de Río de Janeiro. En las casas de zumos es posible degustarlas enteras o en forma líquida, al tiempo que disfrutamos de un sándwich a buen precio. En cuanto a las bebidas, el agua de coco es ampliamente consumida, sobre todo durante los calurosos meses del verano, así como el mate helado y el refresco de guaraná (con o sin burbujas). El açaí es una fruta amazónica muy especial con propiedades energéticas y que se consume en forma de bebida helada, siendo la especialidad de Río el açaí na tigela com granola, que mezcla la bebida de esta fruta con cereales. Lo más habitual es consumir estas deliciosas y refrescantes bebidas por la calle, comprándolas en los carritos y tenderetes callejeros en los que también es posible comer especialidades como el queso coalho (a la brasa), la tapioca (algo parecido a un crep relleno) o el salchichao rebozado con farofa.

La ciudad del Carnaval por excelencia

La ciudad del Carnaval por excelencia

Es inexcusable: si tenemos que hablar de las fiestas de Río de Janeiro, tenemos que hablar del Carnaval. Precisamente si la ciudad es célebre por algo es por estas celebraciones, que durante semanas hacen que la urbe bulla de actividad, música, baile y colorido. Y no sólo durante los días de Carnaval: las escuelas de samba preparan sus coreografías y ensayos, y cosen sus disfraces, durante todo el año. Cuando llega el momento de desfilar todas las agrupaciones ocupan su lugar, llevando música en directo e interpretando los movimientos ensayados de camino al Sambódromo. Tanto los participantes en el desfile como el resto de la población, turistas incluidos, se ve contagiado por el ritmo y la alegría de los desfilantes, terminando por convertir a toda la ciudad en una colorida pista de baile donde la alegría se da la mano con los excesos. Pero así es el Carnaval de Río de Janeiro: multitudinario, excesivo, arrollador, inigualable.

En realidad, los Carnavales de Río no son muy antiguos: no se remontan a más de dos siglos en el tiempo. Al principio, parece ser que se limitaban a representar la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma, una tradición latina europea. Las personas aprovechaban para deshacerse de trastos viejos de sus casas y los tiraban a la calle; en algunos casos, directamente sobre los vecinos o viandantes... Esta violenta "tradición", afortunadamente, se ha visto sustituida por las carrozas, los desfiles y el baile, aunque también es cierto que entre los millones de personas que viven los días de carnaval también ocurren accidentes y trágicos sucesos. Pero son sólo anécdotas en unas jornadas maravillosas, en las que la decoración de las calles, la elección del Rey Momo y la Reina del Carnaval con sus princesas, las mágicas carrozas, los espectaculares disfraces y las demostraciones de samba (con los increíbles movimientos vertiginosos de los bailarines y, sobre todo, las bailarinas) convierten a Río de Janeiro en el epicentro de la música, la danza y la alegría internacional.

Además del Carnaval, en Río de Janeiro hay otras fiestas a lo largo del año, si bien no tan populares también muy interesantes. En junio tienen lugar las Fiestas Juninas, y el 15 de agosto, la fiesta de Nuestra Señora da Gloria de Outeiro. En octubre, los domingos se celebra una de las fiestas religiosas con más tradición de la ciudad: la Fiesta da Penha. El Año Nuevo, además, se celebra también por todo lo alto en la playa de Copacabana y en toda la ciudad, aprovechando las magníficas temperaturas del verano tropical.