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La provincia de León es sin duda una tierra de contrastes. En ella se pueden diferenciar dos regiones con tantos puntos en común como diferencias, lo que no hace más que ahondar en su singularidad y atractivo. Mientras la región de El Bierzo se asemeja en mucho a sus vecinas Asturias y Galicia tanto en climatología, como en gastronomía, paisajes e incluso acento, la zona de la Maragatería y el resto de la provincia leonesa responde más a los cánones castellanos más típicos y tópicos. Esto permite al turista multiplicar sus opciones y vivir un mayor número de experiencias distintas sin salir de los límites de la provincia, con la comodidad que eso supone. Y en la cocina también se multiplican los olores y sabores: ¿botillo o cocido maragato?
De hecho, la visita a las Médulas nos hará hasta pensar si no hemos viajado a otro planeta debido a los increíbles parajes que allí se encuentran, y todo llevado a término por la mano y el intelecto del ser humano. Aunque lo mismo nos pasará en la Cueva de Valporquero, una auténtica obra de arte natural plagada de esculturas subterráneas realizadas por minúsculas gotas de agua que han ido cayendo impasibles siglo tras siglo. Por eso León es ya un importante destino de turismo rural, por la gran cantidad de atractivos naturales que acoge en sus milenarias tierras. Por supuesto la provincia de León también puede presumir de un importante legado histórico-artístico fruto de sus muchos siglos habitada por el hombre, con hermosos monumentos como la misma Catedral de León, la Basílica de San Isidro o el Castillo Templario de Ponferrada
¡para chuparse los dedos!
El pilar fundamental de la gastronomía castellano leonesa es sin duda la carne. Ya sea de vacuno o de cerdo, es el ingrediente principal de gran parte de sus platos. Son internacionalmente famosos los asados de cordero lechal, también llamado lechazo, y de cochinillo, aunque también resaltan entre otras muchas recetas el botillo de El Bierzo o el chuletón de Ávila. Al ser tierra ganadera, los embutidos también destacan por su gran calidad, como sucede con el chorizo de Cantimpalos segoviano, el jamón de Guijuelo salmantino, la cecina leonesa y, como no, la morcilla burgalesa.
Otro de los fuertes de la cocina de Castilla y León son los guisos, estofados y cocidos que se elaboran con sus excelentes legumbres, como las lentejas de Armuña, las judías de El Barco, los judiones de La Granja, la alubia de Saldaña o los garbanzos de Fuentesaúco.
Y por supuesto los postres, cuya variedad es enorme. Mantecados de Astorga, las populares Yemas de Santa Teresa, torrijas, empiñonadas, pestiños, rosquillas, membrillos y un largo y delicioso etcétera componen el catálogo de dulces castellano leoneses.
La larga e intensa historia medieval de Castilla y León como frontera entre el cristianismo y el Islam ha dejado como legado un inmenso y extraordinario patrimonio arquitectónico militar en la forma de centenares de castillos, murallas y fortificaciones que pueblan su horizonte… y que, como no, llegaron a dar nombre a esta tierra. Erigidos sobre las zonas altas del paisaje castellano leonés, lo que antaño servía de defensa ante el enemigo hoy es un importante reclamo turístico, ya que un buen número de ellos pueden ser visitados gracias a las interesantes rutas guiadas que recorren estos auténticos tesoros de piedra.
En las nueve provincias que componen Castilla y León se pueden encontrar notables ejemplos de la arquitectura militar que se desarrolló entre los siglos VIII y XV, pero sin duda destacan aquellos que mejor conservados se encuentran, como el castillo de la Mota en Medina del Campo, el Alcázar de Segovia, el castillo de Coca, el castillo de Arévalo, el castillo de Gormaz o, por supuesto, las murallas de Ávila, emblema imperecedero no sólo de la ciudad sino probablemente de toda Castilla y León.
Debido a su gran extensión, una de las grandes bazas turísticas que Castilla y León atesora entre sus fronteras es su rica y variada naturaleza, que la convierten en el destino ideal para la práctica de multitud de actividades de ocio al aire libre o como refugio para escapar del mundanal ruido. No en vano, Castilla y León está considerado uno de los espacios de mayor biodiversidad de Europa, plagado de contrastes y de paisajes únicos que se quedan guardados para siempre en la retina.
Además, las tierras castellano manchegas albergan una de las más completas redes de alojamientos rurales del país, y sus grandiosos espacios naturales cuentan con innumerables oportunidades para el desarrollo de aficiones como el senderismo, cicloturismo, montañismo, esquí, escalada o avistamiento de aves, entre muchas otras. E incluso de actividades náuticas, que se concentran en los muchas masas de agua que acoge Castilla y León. Entre ellos destacan Arribes del Duero, las Hoces del Río Duratón, las Lagunas de Villafáfila, Ojo Guareña y Las Médulas, uno de los paisajes más espectaculares creados jamás por el hombre en su búsqueda de la riqueza mineral. Tampoco hay que olvidar sus geoparques y Reservas de la Biofesra, que pretenden hacer compatible la conservación de la naturaleza con un desarrollo económico sostenible.
No es de extrañar que Castilla y León sea uno de los principales destinos nacionales en lo que a ecoturismo se refiere. En sus privilegiadas tierras se elaboran algunos de los caldos más exquisitos de nuestro país y cuenta entre sus credenciales con un buen número de Denominaciones de Origen que dan fe de calidad de sus vinos. Porque Castilla y León es la cuna de los vinos de Ribera del Duero, una de las denominaciones vinícolas más relevantes de Europa, pero también de los Rueda vallisoletanos, sin duda al alza en el mercado de blancos, de los caldos de El Bierzo, de Ciagales o de la Tierra de Castilla.
Por ello, todas las provincias con presencia de la industria vitivinícola de Castilla y León cuentan con interesantes catas, rutas y aulas vinícolas donde el visitante podrá mejorar sus conocimientos enológicos, así como de visitas a bodegas para conocer in situ la elaboración de los excelentes vinos de la tierra, algunos de ellos famosos en el mundo entero.
La enorme riqueza en arquitectura religiosa que alberga Castilla y León es sin lugar a dudas uno de sus pilares turísticos. Cada año, miles de personas se maravillan ante la sobrecogedora belleza de sus muchas catedrales y ante la solemnidad y atractivo de sus centenares de iglesias, conventos y monasterios. Pero además de ser importantes vestigios históricos, muchos de estos edificios se han convertido además en la actualidad en escenario de conciertos y exposiciones, lo que convierte la visita en una experiencia más completa.
Además de constituir espectaculares lugares de culto, las catedrales son iconos locales que definen el perfil de cada población, auténticas referencias históricas y culturales de cada comunidad. Así podemos encontrar las catedrales góticas de Burgos, lugar de descanso del eterno Cid Campeador, de León, con sus vidrieras que inundan de luz el interior, de Segovia, llamada ‘la Dama de las Catedrales', o La Nueva de Salamanca, último suspiro de este movimiento artístico. O catedrales románicas como La Vieja de Salamanca, con su torre del gallo, o la de Zamora, que todavía mantiene gran parte de su origen como templo románico.
En cuanto a las iglesias, existen centenares de ejemplos de todos los estilos arquitectónicos que alguna vez pusieron pie en nuestro país. Entre ellas destacan la iglesia mozárabe de Peñalba de Santiago en El Bierzo leonés, la iglesia románica de Santa María de Siones, la iglesia de la Vera Cruz, que parece sacada de Tierra Santa, la iglesia de Sonsoles de Ávila, la iglesia de San Marcos de Salamanca, o la iglesia de San Claudio de Olivares en Zamora.
Habitada desde tiempos inmemoriales, las tierras de Castilla y León acogen en su seno numerosos y notables vestigios arqueológicos. Esta riqueza cultural permite al turista realizar un recorrido histórico desde los tiempos prehistóricos, pasando por las culturas celtíberas que habitaron la zona, hasta llegar a la presencia de Roma, con sus impresionantes construcciones civiles y militares. Y para conocer mejor todos estos tesoros, diversas aulas arqueológicas se reparten por todo el territorio castellano leonés para profundizar en la larga e intensa historia de una tierra milenaria.
Castilla y León cuenta entre su rico patrimonio arqueológico con auténticas joyas del paleolítico como el yacimiento de Atapuerca en Burgos, uno de los más importantes del mundo, o Siega Verde en Salamanca, así como de la cultura celta que habitó estas tierras, cuyos máximos exponentes son los misteriosos y mágicos Toros de Guisando de Ávila, y las ruinas de Numancia en Soria. La huella de Roma es también muy importante en estas tierras, pues albergan monumentos de la talla del inmortal Acueducto de Segovia, la Villa Romana de ‘La Olmeda’ en Palencia con sus espectaculares mosaicos, o la calzada romana de Puerto del Pico de Ávila, entre otros muchos ejemplos.
Castilla y León es tierra de museos. Gracias a su larga y extensa historia, su inmenso patrimonio artístico y cultural, su riqueza natural y el interés por mostrar los últimos avances en materia científica, esta tierra alberga algunos de los museos más importantes del país. Centros del saber que ofrecen tanto exposiciones permanentes como temporales y que, además, desarrollan actividades para todas las edades, lo que permite sumergirse en el conocimiento de una forma amena y divertida. Además, la gran mayoría de ellos están situados en edificios históricos o modernos que son en sí mismos auténticas joyas arquitectónicas para deleite del visitante.
Mientras algunos de ellos están centrados en mostrar la cultura local, como los museos de Ávila, Burgos, León y Palencia, donde se hace un profundo repaso de la historia y tradiciones de dichas regiones, otros transmiten conocimientos sobre una temática concreta, como el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, el más importante de nuestro país en la materia, el Museo de la Historia de la Automoción y el Museo Casa Lis de Art Nouveau y Decó, ambos en Salamanca, la Casa Museo de Antonio Machado en Segovia, el Museo de la Luz de Ponferrada, o el Museo de la Industria Harinera de Castilla y León, situado en la localidad leonesa de Gordoncillo.
El turismo de salud es otro de los grandes atractivos de Castilla y León, donde han sabido aprovechar como nadie la presencia aguas termales y de manantial. Diversos balnearios repartidos por la geografía castellano leonesa ofrecen tratamientos para aliviar una dolencia o para impedir la aparición y rebrote de una enfermedad, o simplemente para recuperar fuerzas o como medida preventiva. Sin olvidar por supuesto la parte recreativa y de ocio que ofrecen estas aguas tan beneficiosas para la salud.
En Zamora se encuentra el balneario de Almeida, cuyas aguas eran sagradas para los celtas de la zona; en Salamanca los balnearios de Babilafuente, de Ledesma y de Retortillo; y en Valladolid el espectacular Palacio Balneario de las Salinas, uno de los más antiguos de nuestro país. Y estos son solo algunos ejemplos de la completa red de balnearios y spas con los que cuenta Castilla y León.
La belleza de Castilla y León no solo se encuentra en su extenso patrimonio artístico y cultural y sus frondosos parques naturales y bosques. Gracias a su orografía, esta tierra guarda bajo la superficie un espectacular secreto en forma de cuervas, cavernas y grutas, antaño refugio del ser humano en los albores de nuestra historia y en estos días importantes reclamos turísticos cuyas formaciones de estalactitas y estalagmitas impresionan a miles de visitantes.
Un total de siete grandes cuevas son visitables en la actualidad, amén del complejo de cuevas artificiales de Las Médulas, ya que en realidad se trata de una antigua mina romana. La provincia de León cuenta con las cuevas de Valporquero, Palencia con la cueva de los Franceses, Soria con la cueva de la Galiana, Burgos con la cueva Palomera de Ojo Guareña y la cueva de Fuentemolinos, Segovia con la cueva de los Enebralejos, y Ávila con la cueva del Águila. Una experiencia para todas las edades.